jueves, 3 de octubre de 2013

La crisis laboral y la mujer

TdE/El ajuste neoliberal aplicado drásticamente por el actual Gobierno, afecta principalmente a la población femenina de los sectores más excluidos.
Para este gobierno las mujeres somos una fuerza laboral secundaria, tal como la población inmigrante, algo marginal y residual, que es utilizado por los empresarios para bajar sueldos y limitar aún más los derechos sociales de todos.
El desorbitado desempleo en nuestro país ha conducido a la mujer, inevitablemente, porque con un sueldo un hogar hoy día no se puede sostener, máxime si existen hijos a los que alimentar, hacia el trabajo doméstico, como cuando a primeros del siglo pasado nos empezamos a incorporar al mercado de trabajo. Así nosotras intentamos compensar estas carencias de nuestro hogar y a menudo sostenerlo ya que son muchos los padres de familia en situación de desempleo y es la mujer la que con un sueldo mínimo intenta solventar la dramática situación. Esta sobrecarga de obligaciones laborales y domésticas tiene su costo en el descanso, la salud, la capacitación y la posibilidad de participación política y el acceso a los demás derechos civiles y políticos de la mujer, ya no digamos el perjuicio que esto supone en la familia y la educación de los hijos, algo que se va a reflejar en la misma sociedad dentro de muy poco.
Debido a la gravedad económica que sufren muchos hogares sostenidos por un sueldo femenino ya no sólo se establece un abuso en el salario también hay más acoso sexual por parte de algunos empresarios, guardando silencio algunas mujeres por miedo a perder el único sueldo que entra en casa. Cuando se efectúa denuncia y efectivamente, se prueba la condición del acosador, los índices de despido son relativamente altos (superiores al 50%). Puede haber sanciones de diversos tipos pero la mayoría de las veces es la propia víctima quien solicita la extinción de su contrato por ser insoportable el volver al puesto.
Otro tipo de abuso es el de contratar a mujeres con cargas familiares tales que, les hagan aceptar cualquier abuso de horarios y salario, los empresarios lo tienen muy medido todo, incluso el no contratar si piensas tener un hijo o estás en edad de tenerlo, o hace poco que te has casado, porque puede que se te ocurra tenerlo, perjudicando de este modo no sólo a la mujer, sino a la sociedad española al completo pues ¿cómo se producirá el relevo generacional y quien pagará las pensiones?
Como en otros países en desarrollo, hoy en día en España las mujeres constituyen la mayoría de los pobres, fenómeno conocido como “feminización de la pobreza”.
No hemos avanzado, hemos retrocedido y hemos cedido lo que más queremos: nuestra familia. ¿A quién? Esa es la cuestión, ya que ese vacío nos hace daño a nosotras y a toda la sociedad.
En nuestro país, las estadísticas oficiales (INDEC) brindan un panorama parcial, pero puede ser de utilidad incluir algunas cifras:
- Las mujeres constituyen casi el 52% de la población total (unos 23 millones sobre unos 22);
- El porcentaje de las familias monoparentales encabezadas por mujeres es del 19,1 por ciento fruto cada vez más de las rupturas de pareja y de madres solteras.
- Del total cabezas de familia femenina, más de la mitad corresponde al estrato de trabajadoras marginales, dícese de mujeres con escasa formación o que se dedican a empleos como el trabajo doméstico.
Especial mención al repunte de la prostitución nacional. Muchas familias monoparentales, en las que la cabeza de familia es mujer, han recurrido a prostituirse. Sin un Estado que las ampare, unos servicios sociales que se dedican más a los de fuera que a los de dentro y una sociedad envilecida, y por qué no decirlo, una carencia de valores que llega a ensalzar esta tarea queriendo incluso calificarla de “trabajo”, algunas sólo han visto esa vía para poder alimentar a sus hijos. El Estado debe proteger a las mujeres con cargas familiares, el Estado debe impedir que una mujer se vea empujada a la prostitución para alimentar a sus hijos máxime si la clase política vive en la opulencia y es posible evitar esta comercialización de la mujer.
La crisis la sufrimos hombres y mujeres, pero se ceba con la mujer, por lo tanto con la familia y lo que es peor, con los más pequeños.
Carmen Martín . Tribuna de Europa. 

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