miércoles, 16 de noviembre de 2016

"Ley de la vida"

No se quejaba. Así era la vida y aquello le parecía justo. Él había nacido junto a la tierra, y junto a ella había vivido: su ley no le era desconocida. Para todos los hijos de aquella madre la ley era la misma. La naturaleza no era muy bondadosa con los seres vivientes. No le preocupaba el individuo; sólo le interesaba la especie. Ésta era la mayor abstracción de que era capaz la mente bárbara del viejo Koskoosh, y se aferraba a ella firmemente. Por doquier veía ejemplos de ello. La subida de la savia, el verdor del capullo del sauce a punto de estallar, la caída de las hojas amarillentas: esto resumía todo el ciclo. Pero la naturaleza asignaba una misión al individuo. Si éste no la cumplía, tenía que morir. Si la cumplía, daba lo mismo: moría también. ¿Qué le importaba esto a ella? Eran muchos los que se inclinaban ante sus sabias leyes, y eran las leyes las que perduraban; no quienes las obedecían.

Jack London "Ley de la vida"



Knut Hamsun


lunes, 14 de noviembre de 2016

Blot



Era una vieja costumbre, que cuando había un sacrificio todos los dueños de tierras cercanas debían ir al lugar de reunión donde se encontraba el templo y llevar consigo todo lo que necesitaran durante el desarrollo del evento hasta que terminase. En este festival todos los hombres llevaban cerveza y todo tipo de ganado, así como caballos, para ser sacrificados, y toda la sangre que surgía de ellos era llamada "hlaut", y las vasijas en que se colectaba eran llamadas vasijas-hlaut. Se hacían "brochas de salpicar", con los cuales los altares y las paredes de los templos, tanto en el interior como en el exterior eran rociadas con sangre, y también la gente era salpicada con sangre; pero la carne era hervida y salada para los presentes. El fuego se encendía en el medio del piso del templo, y sobre el estaban los calderos. Las copas llenas se pasaban de mano en mano, alrededor del fuego; aquel que había hecho el banquete, y era el jefe, bendecía las copas llenas, y la carne de los sacrificios. Una primera copa era vaciada en honor a Odín, por la victoria y el poder del rey; luego se bebían las copas en honor a Njörðr y Freyja, por paz y buenas estaciones. Al final era costumbre beber la "copa de Bragi"; y los invitados vaciaban sus copas por la memoria de su amigos que se habían ido; era llamada la copa del recuerdo.

Visto en  "Ala de cuervo"

Dulce et decorum pro patria morii.



Porque es hermoso que un valiente muera, caído en las primeras filas, luchando por su patria. Es en cambio la cosa más dolorosa de todas vivir como un mendigo, abandonando la patria y sus fértiles campos, errante con la madre querida y el padre anciano y los hijos aún niños y la esposa legítima. Este será objeto de odio para aquéllos a cuyo país llegue cediendo a la necesidad y a la horrible pobreza; deshonra su linaje, desmiente su noble rostro
y toda infamia y toda vileza va con él. Por lo tanto, si no hay
para un vagabundo ninguna ayuda ni tampoco respeto, consideración ni compasión, luchemos valientemente por nuestra tierra y muramos por nuestros hijos sin ahorrar nuestras vidas.
Así pues, oh jóvenes, luchad unidos y no déis la señal de la huida vergonzosa ni del miedo; haced grande y fuerte en el pecho vuestro corazón y no tengáis amor por vuestras vidas cuando lucháis con el enemigo;
ni huyáis abandonando caídos a los de más edad, cuyas rodillas ya no son ágiles, a los viejos; pues es vergonzoso que, caído en las primeras filas, yazca en el suelo delante de los jóvenes un hombre de más edad, de cabeza ya blanca y barba cana, exhalando en el polvo su alma valerosa, con las ensangrentadas verguenzas cogidas en las manos -visión abominable, cosa impía de ver- y desnudo; en un joven, en cambio, todo es decoroso mientras posee la brillante flor de la amable juventud: vio, su vista produce admiración a los hombres y amor a las mujeres; caído en las primeras filas, es un héroe.
Ea pues, que cada uno de vosotros permanezca en su puesto con las piernas bien abiertas, firmemente apoyado en el suelo con los dos pies, mordiendo el
labio con los dientes.

TIRTEO DE ESPARTA
(mitad del siglo VII a.C.)

Vía Nacionalismo en imágenes

domingo, 13 de noviembre de 2016

"El Angel en La Ventana de Occidente"

"De todas maneras, después de un instante, me ha sido imposible desviar la mirada de las negras y resplandecientes caras del cristal de carbón. Luego he visto esto, o más bien no he visto, sino que estaba «dentro», en medio de una legión de caballos alazanes huyendo con estrépito a galope tendido en un terreno ondulado de un verde tirando a negro. Primero pensaba (lúcida y serenamente): ¡Ah! ¡Ah! ¡El mar verde de mi Johanna! Pero después de un breve momento, percibí con más distinción los detalles y me convencí que esta horda de caballos salvajes pasaba en tromba por encima de bosques y campos, alternados con un paisaje nocturno, como los feroces ejércitos de Wotan. Y de repente comprendí: eran, mientras dormían en sus camas, las almas de millones y de millones de hombres que buscaban, privados de maestro y de caballero, a merced de su oscuro instinto, sin saber el lugar, una lejana patria desconocida, de la que sólo recordaban que la habían perdido y no la podían encontrar."
"El Angel en La Ventana de Occidente", Gustav Meyrink.



Vía www.facebook.com/oscurotoque