Diógenes y su lámpara
Pedro Cantero para TdE/Como ya es sabido Diógenes, se paseó a plena luz del día, con una lámpara buscando a un hombre. Ya quisiera yo parecerme por lo menos un poco a tan ilustre personaje, pero lo que de verdad siento deseos es por salir con una lámpara a la búsqueda de un revolucionario, por comprobar que estoy equivocado en mis apreciaciones y soy yo el que no se buscarlo.
Y lo primero, dilucidar el que se debe entender como revolución. Atendiendo a una de tantas definiciones, se trata del cambio o transformación radical y profunda respecto al pasado inmediato. Por consiguiente, revolucionario es el que se afana en la tarea de llevar a cabo este cambio o transformación.
Y dando un paso mas, la revolución nacionalsindicalista, tendrá como fin el conseguir los objetivos desde una base ideológica propia, que no por ello deberá servir como tapón obturador al aporte de otros planteamientos políticos que debido a su paralelismo que no divergencia, puedan enriquecer los contenidos de su estrategia de cara a la incidencia positiva en la sociedad.
Debemos convenir que las bases ideológicas originales de cualquier partido o grupo político, han sufrido de grandes transformaciones a lo largo del siglo pasado. Y si nos atenemos al nacionalsindicalismo, el José Antonio del Teatro de la Comedia no se parecía mucho al del cine Madrid.
Por todos es conocido mi deseo cuasi agobiante por proporcionar a la triste España actual de que entre todos los que nos sentimos defraudados, agraviados, vituperados y estafados por la caterva política al uso, sepamos distinguir que estos indeseables son meros ejecutores de un orden conocido erróneamente como democracia, porque según Rousseau, allí donde existan urnas habrá democracia sin darse cuenta de la barbaridad expresada, y que los partidos han adecuado a su capricho, legislando y estableciendo las reglas del juego, con el resultado de sustituir el poder del pueblo, por un dominio dictatorial de la élite de los grupos que se reparten el poder cada equis años.
Y contra ese sistema dictatorial muchos queremos oponernos por todos los medios que podamos conseguir, porque la realidad es que el presente estado de las cosas es inviable.
Por ello mi deseo de que tan solo con portar una camisa, enarbolar una bandera, o cantar unos himnos, son motivo suficiente para exigir el liderazgo del grupo revolucionario.
El entendimiento entre unos y otros, con la única premisa de la honestidad y el amor a España para enrolar a cualquier persona al grupo serán requisitos indispensables para contemplar la tarea revolucionaria , con un mínimo de esperanza de futuro.
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