viernes, 29 de noviembre de 2013



Obligan al ministro principal de Gibraltar a suspender una conferencia en Algeciras

Las protestas de grupos que gritaban “Gibraltar español” han llevado a suspender esta tarde la conferencia que el ministro principal de la colonia británica, Fabian Picardo, tenía previsto dar en la sede de Algeciras de la Universidad de Cádiz.
Unas setenta personas, entre ellas pescadores de Algeciras, se han concentrado en la puerta de la sala en la que Picardo iba a dar una conferencia bajo el título “Gibraltar, sus relaciones con la zona del Campo y las oportunidades de cara al futuro”.
Tras leer un comunicado y esgrimir pancartas, estas personas han gritado pidiendo que se suspendiera la conferencia, así como consignas como “Gibraltar español”, lo que ha provocado un revuelo que ha llevado a anular la conferencia.
El Ayuntamiento de Algeciras (Cádiz) ha emitido un comunicado para expresar su rechazo a que el ministro principal de Gibraltar pronunciase una conferencia en un acto organizado por la Universidad de Cádiz y para señalar que no veían “conveniente” la presencia de Picardo en la ciudad “en estos momentos”.

jueves, 28 de noviembre de 2013


Revolt against the modern world


¿¿??

Detienen a siete personas por su participación en una manifestación antifascista
Los detenidos participaron en una protesta contra el sindicato Respuesta Estudiantil, ligado a la ultraderecha.

Se les acusa de desórdenes públicos y de impedir el derecho a manifestación

La Policía Nacional detuvo en el trascurso de la mañana a siete personas en relación a la manifestación antifascista que tuvo lugar el pasado 26 de octubre. Las detenciones se produjeron durante las primeras horas de la mañana en las inmediaciones de sus domicilios y fueron trasladados a la Comisaría de la Policía Nacional situada en la Avenida Blas Infante. Letrados del grupo 17 de Marzo se personaron allí para asistirles. Posteriormente, los detenidos fueron conducidos a los juzgados del Prado de San Sebastián donde prestaron declaración y fueron puestos en libertad sobre las 18:30 de la tarde.

A estas siete personas se las acusa de desórdenes públicos y de impedir el derecho a manifestación. Fuentes próximas a los detenidos, han lamentado el “circo que se ha presentado, realizando detenciones en el ámbito familiar, cuando todas estas personas estaban perfectamente localizables en sus domicilios y podía haberse hecho entrega de una citación judicial”. Asimismo han confirmado que no existe una acusación formal de la Fiscalía ni una denuncia previa que haya motivado las detenciones.

Algunas de estas personas fueron identificadas durante la convocatoria realizada por la Coordinadora Antifascista de Sevilla el pasado 26 de octubre. Esta acción se llevó a cabo como réplica a la manifestación organizada por el sindicato de estudiantes Respuesta Estudiantil, ligado a la ultraderecha. Según la Coordinadora Antifascista, el citado sindicato de ultraderecha trata de lanzar mensajes populistas y xenófobos para ganar adeptos y "sus militantes han protagonizado numerosas agresiones en nuestra ciudad, tanto en el ámbito universitario como fuera de él, hacia inmigrantes, indigentes y a activistas de movimientos y espacios sociales de la ciudad". Aquel día cerca de 300 personas acudieron a la convocatoria. La policía cargó contra la manifestación antifascista y se vivieron algunas escenas de tensión por varias calles del centro de la ciudad. Pese a ello no hubo heridos, pero sí un detenido.

Respuesta Estudiantil ha sido expulsada en dos ocasiones de las manifestaciones que en los últimos años se han realizado en defensa de la sanidad pública y contra la LOMCE ( primero en 2102 y después en 2013).
Varios colectivos ciudadanos criticaron a la Subdelegación del Gobierno por haber tolerado una manifestación de tintes neonazis. Las escenas de cargas y carreras vividas el día de la manifestación dieron lugar a un cruce de acusaciones. El coordinador provincial de IU, Manuel Gutiérrez Arregui, criticó la actuación de la Subdelegación de Gobierno en Sevilla.

martes, 26 de noviembre de 2013


Yukio Mishima: el último Samurai

Se suele decir que Mishima ha sido el más grande escritor japonés de su generación. No recibió el Premio Nobel, pero indudablemente tuvo una fama más amplia que Kawataba que si lo obtuvo y que fue su descubridor. Los editores sabían que cada novela de Mishima iba a ser un éxito de ventas y los propietarios de salas de teatro e incluso de cabaret hubieran dado varios años de su vida para que Mishima trabajara en ellos, ya fuera interpretando, escribiendo el libreto o simplemente estando presente en el local. Tal era la fama de Mishima en el Japón...

Su fama llegó a Europa poco después de su muerte. Hasta entonces fue un ilustre desconocido, e incluso en los ambientes más conocedores de la literatura. El 26 de noviembre de 1970 los más grandes rotativos nacionales publicaron la foto de Mishima encaramado en el balcón  de un cuartel del ejército japonés. Minutos después de auqella foto, se haría el hara-kiri. No es la primera tentativa de suicidio del autor japonés; cuando era un desconocido, en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, enrolado como voluntario en las escuadrillas "Kamikaces", debía haberse estrellado contra algún barco americano si no hubiera sido porque una gripe de última hora le impidió morir por el emperador. Mishima era un tipo sumamente extravagante en su proyección exterior; famoso escritor, candidato al Premio Nobel de literatura, exhibicionista, atleta, director teatral, actor de cine, teatro, televisión y cabaret, escritor de una exhuberante prodigalidad, investigador de las inmemoriales tradiciones imperiales japonesas, coleccionista de espadas samurais y un largo etc., talesson los atributos que deben ir necesariamente unidos al nombre de Mishima. Sus doscientos cuarenta y cuatro volúmenes de gran calidad literaria atestiguan su personalidad. En España Barral y Caralt han editado algunos textos de los cuales, sin duda alguna, el más brillante de todos es "Caballos Desbocados".

Los escándalos de Mishima hicieron furor en el Japón de los años 50-60. No reparaba en besar a un travestido en una escena de cabaret para acto seguido cumplir con sus deberes de padre de familia; consideraba uno de sus momentos más felices el que una enciclopedia reclamara una foto suya para acompañar el vocablo "culturismo" y con la misma facilidad demandaba a otra revista que publicó sin permiso "una foto en la que parecía menos hercúleo". Hombre extremadamente controvertido, contradictorio, lo menos que puede decirse de él es que seguía la fórmula extremo oriental de "cabalgar el tigre", participando activamente en la vida cotidiana y no como uno más, sino como una figuera que atraía la atención , pero que en medio de sus excentricidades mantenía una sólida y tradicional visión del mundo. Algo más que imposible. Se puede decir que sus obras, y en especial "Caballos Desbocados", representaban la válvula de escape que Mishima tenía frente al Japón occidentalizado. Pero esta contradicción entre un "Hombre tradicional" en su interior y un exhibicionista y genial literato en su aspecto público no podían durar mucho tiempo.
Justo mientras está escribiendo las páginas de "Caballos Desbocados", concibe la idea de formar el "Tateno Kai", la "Sociedad del Escudo". Esta asociación era bastante más que una una mera agrupación de extrema derecha, de las que se pueden contabilizar en el Japón no menos de 500. Concebida como "el escudo que debía proteger al Japón, y especialmente al Emperador, de la embestida occidental" (de lo que de burgués, consumista y antitradicional tiene "lo occidental"), se podía asemejar a una orden mística y combatiente. Sus miembros, instruidos en artes marciales, tenían una composición social interclasista. Quienes entraban en ella dejaban de pertenecer al mundo de lo contingente, dedicaban su tiempo a la práctica de las artes marciales y a dialogar con Mishima. El "Take no kai" estaba concebida como una estructura de choque: su actuación primera sería también la última: su debut, una despedida. Mishima pensó en quemar, inicialmente, a medio centenar de hombres luchando con las manos desnudas contra los estudiantes del Zengakaguren (movimiento estudiantil de ultra izquierda japonés). Dicho enfrentamiento supondría la muerte de todos ellos aplastados por la horda izquierdista y obligaría a los militares a actuar, restableciendo el código de honor japonés y aboliendo las costumbres occidentales. Pero al producirse en 1969 una de las más gigantescas y violentas manifestaciones izquierdistas, y de ser disuelta por los antidisturbios sin producirse ni una sola víctima, comprendieron que tal proyecto dejaba de tener interés: el emperador no estaba indefenso, tenía los "grises" locales. Laacción determinativa debía ser otra.

Hasta llegar el 26 de noviembre de 1970, su tarea literaria había sido extraordinariamente prodiga, como hemos dicho. Tocó todos los temas que un autor puede tocar. Su genio parecía no tener límites y tan pronto escribía e interpretaba un libreto para café teatro, no precisamente muy moralista, como concebía, escribía y dirigía un Kabuki. Tan pronto actuaba en el teatro interpretando obras de Moliére como en el papel protagonista de su película "El rito del amor y de la muerte", película que terminaba con el hara-kiri del mismo Mishima en una escenificación perfecta de lo que luego sería su suicidio ritual en el despacho del general Morita. La poesía japonesa no tenía secretos para él, la novelística era su especialidad y, dentro de este género, la novela síntesis de las tradiciones japonesas fue su constante. La trilogía "Sed de Amor", "Nieve de primavera" y "Caballos Desbocados" son buenas muestras de cómo una novela estéticamente, perfecta, sea cual sea su ambientación, es asequible al público de cualquier latitud, aun a pesar de la localización geográfica de la trama. Si así ocurre con "El Quijote" o con el teatro de Shakespeare, otro tanto se puede decir de la producción de Mishima.

Pero la vida de Mishima se deslizaba rápidamente por la pendiente. La exposición-homenaje, que curiosamente se auto-organizó en unos grandes almacenes de Tokio, fue un gran éxito. Allí estaban expuestas la totalidad de las ediciones de sus obras, las fotografías por él más queridas (Mishima consideraba que mediante la cámara fotográfica el cuerpo podía apurar sus posibilidades hasta el límite) y en un puesto privilegiado la misma espada samurai que en dos semanas después le acompañaría al despacho del general Morita. Aquella exposición revistió los caracteres de una despedida, pero sólo Mishima y tres camaradas más de la "Sociedad del Escudo" que habían sido seleccionados para protagonizar el "incidente" lo sabían.

Aquel día de noviembre del 70, cuando en España las turbulencias desatadas por el proceso de Burgos apenas dejaban espacio para noticias de otro tipo que no fueran las relacionadas con el orden público, Yukio Mishima "tuvo el placer de morir", demostró ser el último samurai. Japón se sorprendió de que el gesto de Mishima fuera comprendido y acogido por la joven generación. Su ejemplo debía de servir para algo.

Extraído de Thule: la cultura de la otra Europa




El cantar del bardo



"Bajo cabalgadura de negro corcel,
pendón hambriento de guerra,
avanza héroe que alma encierra
en espadas desnudas, en busca de arancel..."

Son palabras al viento del viejo bardo,
que narraba las gestas entre lágrimas
y las más fantásticas rimas,
de aquel hijo de Iberia, de ese pueblo gallardo.

"Torrentes de sangre manaban de sus grises aceros,
y la penumbra de la muerte hereda su eterno enemigo,
entre lluvia de saetas de cobardes arqueros...

Y una flecha perforo su torso, mas guerreo con más valor,
demostrado ser de una estirpe que no sufre castigo
ni dolor, destrozando la huella del maldito invasor"


Miguel Serrano



Miguel Serrano Fernández nació el 10 de septiembre de 1917, en la calle Santo Domingo de Santiago de Chile, la ciudad de la que jamás pudo desprenderse en forma definitiva aún cuando varias veces debió dejarla; "junto a las altas cumbres de mi patria", como decía él, explicándose una íntima conexión con el significado de su apellido. Perdió a sus padres siendo muy joven y fue matriculado en el Internado Barros Arana, donde hizo sus estudios teniendo por compañeros a varios otros chiquillos que serían importantes figuras del mundo del arte y la cultura, curiosamente.
Su juventud se incubó en una flor milagrosa en nuestra historia cultural y artística: la Generación literaria del 1938, una de las más prolíficas y valiosas de todo el currículo de la literatura chilena. Serrano formó parte de una especie de tabla redonda de jóvenes y grandes amigos literatos, que se reunían permanentemente a volcar efluvios creativos en la cotidianeidad de sus reuniones en locales de calle San Diego y Avenida Matta. Allí estaban Héctor Barreto, Teófilo Cid, Juan Emar, Guillermo Atías, Braulio Arenas, Enrique Gómez Correa, Jaime Rayo y Eduardo Anguita, entre otros. Todos ellos configuraron las características que le serían propias a la literatura y la poesía chilenas, lo que les convierte, a juicio de muchos, en la más relevante de las generaciones de las artes escritas.
Aunque era sobrino del poeta Vicente Huidobro y había varios escritores y poetas de su grupo simpatizantes de la causa republicana española (con el estallido de la Guerra Civil), Serrano no adhirió a estas tendencias sino hasta 1936, cuando cayó muerto en una revuelta callejera su joven amigo, el escritor Héctor Barreto. La escaramuza había comenzado entre un grupo de socialistas y nazistas, en uno de los restaurantes que frecuentaban los jóvenes escritores, y terminó a balazos, con Barreto muerto. Desde entonces, Serrano incursionó en la redacción de orientación política, participando de algunas revistas de corte socialista. Nunca abandonó su esfuerzo por rescatar la obra del poeta muerto, convirtiéndose casi en su embajador en el mundo de los vivos. Esta aproximación al izquierdismo le permitió conocer, además, a la poetiza uruguaya residente en Chile, Blanca Luz Brum, quien también variaría hacia ideas nacionalistas, en años posteriores.
Si bien fue un solitario, cual Lobo Estepario, ajeno a las agrupaciones de poetas como "Mandrágora" o "David", Serrano no sólo formó parte esencial de esta generación, sino que ayudó a forjarla, al publicar su trabajo "Antología del verdadero cuento en Chile" en 1938, cuando contaba con sólo 21 años. Esta obra está considerada entre los más grandes hitos de las letras nacionales, por su valor y trascendencia. En una audacia que provocó gran polémica con otros colegas de oficio, incluyó en ella los cuentos de varios de sus jóvenes amigos casi desconocidos en la época, además de uno propio.
Escritores de profesión como Carlos Droguett le discutieron con ferocidad a Serrano su derecho a tomarse tan particulares atribuciones, pero el tiempo demostró el acierto del autor. Anguita diría en su "Anguitología", que Serrano, a través de su antología, "pretendió sentar el axioma absoluto de que el génerocuento era la forma precisa y exclusiva de ser chileno".
NACIONALSOCIALISMO Y ESOTERISMO
Ese mismo año, sin embargo, el día 5 de septiembre, tuvo lugar uno de los acontecimientos más horrorosos de la historia de Chile: la Masacre del Seguro Obrero, en la que 59 muchachos nacionalsocialistas inspirados en el Tercer Reich y opositores al Gobierno de Arturo Alessandri, fueron brutalmente asesinados en la Torre del Seguro Obrero (actual edificio del Ministerio de Justicia, en Plaza Constitución), con una vesania y violencia que causó conmoción en la sociedad chilena, al punto de arrebatar las posibilidades de victoria al candidato presidencial del oficialismo, Gustavo Ross Santa María, en favor de Pedro Aguirre Cerda, que ganó por estrecho margen.
Serrano quedó impactado con los acontecimientos del Seguro Obrero y buscó comunicarse con uno de los líderes del movimiento, Carlos Keller, escarbando por alguna explicación sobre lo sucedido. La conversación que mantuvo con Keller causó profunda mella en el joven escritor quien, después de meditarlo, ofreció su apoyo al entonces "jefe" del nazismo criollo, el abogado Jorge González von Marées, intercambiándose ambos algunas cartas que fueron publicadas en la prensa. Desde aquel momento, Serrano quedó convencido del pensamiento nacionalsocialista y declaró su adhesión a la Alemania, participando ardorosamente en el diario "El Trabajo", organismo oficial del movimiento.
En tanto, publicó su trabajo "Un discurso de América del Sur", en 1939, basado en un discurso pronunciado en la Sala de Honor de la Universidad de Chile. Allí afloran por primera vez las orientaciones matrices del discurso de Serrano, abogando por una identidad nacional y pronosticando los grandes cambios que se aproximan sobre la historia.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, no ocultó su simpatía por el hitlerismo, llegando a figurar en las "listas negras"que las fuerzas aliadas hicieron circular en Chile durante la gran conflagración. Esto sería, a la postre, lo que le condenaría a la ingratitud y al desprecio desde las esferas oficiales de la cultura nacional, privándosele de todo premio o reconocimiento, como castigo a la controvertida opción que tomó para sí y a la que, sin embargo, permaneció fiel toda su existencia terrenal, motivado por energías y convicciones de otros mundos, de otras vidas.
Ya instalado en su persona este ideario, Serrano escribió en 1941 una de sus obras más importantes: "La Época Más Oscura", editado bajo el sello de la casa Zig-Zag. Huidobro definió este libro obra como"los cuentos más notables de toda la literatura moderna", antes de enemistarse con su sobrino por cuestiones políticas. Para muchos, además, éste libro de cuentos es uno de los que pone en marcha la identidad de la Generación del '38. También publicó la revista "La Nueva Edad", en plena guerra mundial, donde abordó temáticas totalmente novedosas y controversiales sobre las raíces profundas de la lucha europea, motivada desde la íntima confrontación de principios elementales del mundo, repetidos desde una batalla cósmica que se retrotrae a los principios de la creación. Conceptos que, por extraño que pueda sonar hoy en día, sólo fueron revelados popularmente y de manera más bien antojadiza muchos años después, a través de autores como Louis Pauwels y Jacques Bergier.
Serrano confesó, en años posteriores, haber recibido iniciación de un maestro esotérico, volcándose a una disciplina ecléctica y filosófica de la que nunca se desprendió, por lo que sus publicaciones, en aquellos conflictivos años, eran sólo sus primeras incursiones en el Hitlerismo Esotérico, que sería la línea central de sus escritos, implícita o explícitamente.

Sus libros más comprometidos con el tema fueron muy posteriores, sin embargo: "El cordón dorado", "Adolf Hitler: El último avatara" y "Manú: Por el hombre que vendrá", de los que hablaremos más abajo. Para muchos, la apología del hitlerismo y reivindicación de la swástica que hizo en esta trilogía, fue lo que terminó de condenar su carrera al desdén y al pesado cargo de quienes preferían juzgarlo por su pensamiento antes que por sus trabajos.
Cabe advertir, sin embargo, que estas convicciones de Miguel Serrano siempre tuvieron por base los conocimientos esotéricos, algunos compartidos con sus lectores y otros guardados en lo más íntimo de su credo. "Sólo el mito me inspira", decía en sus escritos, siempre construidos sobre la prosa poética, etérea, apreciada de figuras y metáforas, y en la que abundan los códigos, los símbolos, los lenguajes del argot.

domingo, 24 de noviembre de 2013





Acalla a las bestias con tu grito guerrero
Devora su oscuridad con la luz del fuego eterno
Que su deshonor halle en el filo de tu espada,
su justo precio


Julius Evola

La sociedad moderna se presenta precisamente como un organismo que desde el tipo humano ha pasado al subhumano, en el cual toda actividad y toda reacción es determinada por las necesidades y las tendencias de la pura vida corporal. Sus principios dominantes corresponden exactamente a la parte animal y orgánico-vital de las jerarquías tradicionales (mercaderes y siervos): el oro y el trabajo. Tal como se han orientado las cosas, estos dos elementos van a condicionar casi sin excepción toda posibilidad de la vida para forjarse ideologías y mitos, mediante los cuales resultaría más clara la profundidad de la moderna perversión de todos los valores.
Revuelta contra el mundo moderno (1934)




Leyendas Palentinas

  
 
EL PELLEJO DE ORO

Los ejércitos cristianos avanzan imparables en la Reconquista. Los musulmanes se van batiendo en retirada. En el momento que nos ocupa, un grupo de sarracenos retrocede por la Valdavia. Pasan cerca de Ayuela y se ven apurados en la retirada. No quieren dejar en manos de los cristianos las muchas joyas y oro que llevan en su huida.

Deciden, entonces, esconderlas. Como llevan un gran pellejo lleno de vino, se beben todo su contenido y meten allí las joyas. Después hacen una fosa en forma de media luna y allí depositan su tesoro. Es un lugar en el pequeño valle que asciende por la Rejada a la Manguilla. Están pendientes de la ayuda de otro grupo de moros al que esperan y de poder recuperar más tarde el pellejo, ahora repleto de riquezas y enterrado.

Al atacar los cristianos, se produce tan gran derrota que el lugar pasa a llamarse Matamoros por la sangre allí derramada. El descalabro de los moros ha sido total.

Los prisioneros cristianos liberados cuentan lo sucedido y algunos moriscos o conversos lo ratifican. Todos los moros han muerto y el tesoro ha quedado oculto.

Basados en esta leyenda, muchos han intentado, infructuosamente, hacer excavaciones y desenterrar el becerro que contiene el oro y las joyas escondidos. Se cuenta especialmente de un vecino de Tabanera que, totalmente obsesionado, dedicó gran parte de su vida a buscarlo. Él estaba convencido plenamente de su existencia, pero después de hacer muchos intentos moriría sin encontrarlo.

Hay incluso quien afirma que las cárcavas existentes en la zona, son en su origen excavaciones hechas antiguamente en busca de este tesoro y que el agua y las torrenteras han agrandado con el correr de los años.

Leyendas que, en el fondo, no intentan mas que explicar el origen de las formas del terreno o el significado de algunas palabras. En todo caso, leyendas de tesoros enterrados o escondidos en cuevas, hemos encontrado también en Fontecha y Lores. Y allí también se han dedicado grandes esfuerzos a buscarlos. Porque el encontrar un tesoro escondido es la ilusión de mucha gente.








LUPUS DOMINE

Por Juan Pablo Vitali
Sus ojos transparentes atravesaban la reja como cortándola. La carga de hielo de su mirada resultaba peligrosa y atrayente, hipnótica, como un rayo de luz surgido de las entrañas de un iceberg, donde moraran corazones congelados por milenios.
Inquieto, intentaba aligerar la tensión de su destino, encapsulado en la densidad de aquel ignoto cuadrado.
Las nubes oscuras lo llamaban, pero él no podía ir; entonces la tristeza y la ira poblaban su alma de una energía devastadora que en ocasiones lo devoraba.
Por momentos me parecía ser él, y que él también era yo, en cierto sentido.
Mi experiencia en prisión, y en transitar las márgenes filosas de la civilización de los hombres, nos acercaba. Acaso no había lugar donde la mano perseguidora del hombre no nos alcanzara.
Mi pensamiento vagaba por las mismas sendas que su instinto, percibiendo ambos, al unísono, la devastación de las praderas, de las islas irremediablemente hundidas, de los riscos, que van perdiendo su antiguo filo. Ya nadie remontaba los ríos. Los océanos carecían de misterios.
Los dólmenes se figuraban una expresión de barbarie. Las gentes negaban sus propios idiomas.
Él, intentaba decirme algo cada mañana, sosteniendo en mis ojos su expresiva mirada, hasta que las sombras lo llevaban nuevamente al redil, y acaso a los senderos remotos de su origen. Yo desconocía las coordenadas geográficas de su Patria, mas no hacía falta saberlas, para imaginar aquel lugar que de alguna forma ignorada nos unía.
La estela de fuego de cuatro ojos encontrándose: dos azules, los de él, y dos verdes, los míos, encendía vectores de guerra en el sol crepuscular.
Los árboles centenarios que poblaban las amplias avenidas del predio, asistían a la repetida escena de su mirada sin tiempo, sumergiéndose en las primeras tinieblas de la noche.
Los arquitectos masones que trazaron la ciudad, y diagramaron sus fuentes y sus plazas, arrojaron a éste rincón de sus planos, algunas cosas negadas u olvidadas por su doctrina, pero que aún así, maduraron por fuera de la metódica razón en que confiaban. Cosas que estaban allí, aún antes que los compases de los constructores soñaran con trazar una línea.
Los movimientos circulares de la manada se relacionaban unos con otros, hasta hacer llegar la rotación de su energía hasta mi espíritu, afín a ella y bien dispuesto a recibirla.
Peregrinas ideas pasaban por mi mente.
La noche llegaba una y otra vez, y los viejos portones daban la impresión de conservar en sí, hechos y situaciones ignorados, vividos a través de los años en el vasto perímetro.
Al filo de la hora en la que los portones se cierran, me encaminaba hacia la salida sin hacer ningún ruido, iba al encuentro de la bestialidad de la calle, cuyos animales mecánicos atravesaban la tarde, émulos de antiguas manadas perdidas de su ruta.
Los pequeños carteles de hierro oxidado, amojonaban la senda a cada paso con su viejo latín, tributo a la sapiencia de los naturalistas del ochenta.
Mis días eran páginas iguales, en la soledad nocturna del altillo.
Detrás de los sugestivos y numerosos libros apilados en la pieza, se escondían multitud de autores desconocidos, vencidos finalmente por los misterios que les arrancaran la vida.
Las madrugadas avanzaban sobre el cuarto atiborrado de tiempo.
Las luces de la madrugada esperaban que el tren, produjera finalmente la hendidura por la que habitualmente ingresaba al mundo en las mañanas. Al rato, con el sol renacido, la yerba crujía en el mate de la virola de plata, y luego, los pasos fatigaban el empedrado en la misma dirección.
Nunca encontraba al líder durmiendo. Él velaba, como un caballero cuya única gloria fuera velar. Acaso su misión consistía en invocar, a través de la elipse de sus pasos, a dioses privados de sus antiguas posesiones, y a las manadas de sus congéneres pasados, cuyos lares moran todavía en un lugar desconocido para nosotros. Quizá sólo sean mitos futuros, creándose ahora mismo con nutrientes de una materia que desconocemos.
Unas pocas leyendas, acariciaban todavía las montañas que la orden gris hubo abandonado. Busqué los pocos hombres y los libros que pudieran conocerlas. Y supe que hubo una correspondencia entre ellos y nosotros, supe también que hay más secretos ocultos en este mundo, de los que la gente imagina.
Había una hora, en la que el empleado municipal arrojaba la carne con desprecio a los animales; aquel día esa hora era distinta: una indudable inquietud impregnaba el aire.
Sé que mi mirada ponía incómodo a aquel hombre, y lo confirmé cuando tuve que entablar una inquisitiva charla con el policía de consigna, al que fue con sus quejas. El agente dio un rodeo – no se atrevió a hacer preguntas directas que hubieran resultado violentas e infundadas. Fue un diálogo tonto y sencillo. A poco se fue, convencido de que no existía en mi actitud, transgresión legal alguna. En realidad era así, si tomamos en cuenta los aspectos jurídicos externos que la gente común percibe.
Al otro día y al siguiente del improvisado interrogatorio, la sonrisa irónica del empleado consiguió realmente molestarme, y algunos gestos y comentarios de aquella caterva humana que eran sus compañeros, rayaban en la provocación. Opté por el silencio, por una aparente sumisión absoluta.
Reflexioné entonces profundamente sobre la ignorancia de las personas. Me impuse a continuación un duro auto control para calmarme y poner en orden mis pensamientos.
Insatisfecho por mi actitud impasible, el empleado opta por una abierta provocación, y comienza a arrojar con fuerza, pesados huesos con carne sobre el lomo de los lobos grises, que a cada golpe aúllan de dolor. El miserable me mira de soslayo, esperando alguna reacción de mi parte. Nada, no hago nada.
Todo el día me quedo dialogando mentalmente con el líder, que comienza a aullar con toda la manada cuando el sol se esconde.
Esto exacerba al grupo humano referido anteriormente, que a cierta distancia, ensaya pasos de baile soeces, y algunos eructos y gestos obscenos dirigidos hacia mí.
Por la noche, por un motivo que puedo sospechar, pienso en Rumania y en su idioma dulce, enclavado sólidamente en el latín. Sueño con sus montañas, y me veo caminando con precisión por sus senderos. En el sueño, llevo el cabello largo, una ropa extraña, y una espada con la empuñadura adornada de gemas y una cruz latina sobre el pecho.
Entonces algunas decisiones parecen gestarse fuera de mí. Todo el día me persiguen las voces rumanas, y unas fogatas que luchan contra la niebla eterna.
Tomo mi puesto cotidiano en la lomada, sin preocuparme por el rocío, que busca mis huesos con sus agujas de hielo.
La cuadrilla hoy no está de humor, hace lo justo, se mueve con una prudencia desconocida, puede deberse a algún vago temor, acaso al frío. Mi rostro está quieto, y trato de no desviar la mirada hacia ellos por ningún motivo.
El líder está mortalmente inmóvil, ni siquiera se sacude los restos de hielo, que la helada depositó en su pelaje como en una cima nevada. La manada lo acompaña en su quietud.
Todo el día transcurre así, inmóvil. Quietud de águila quieta, de garzas quietas, de árboles sin hojas, y de muros arañados por generaciones de bestias encerradas.
Llega la niebla con la primera oscuridad, la recibo, es como una ceremonia, ya nada se oye que no sea amortiguado por vidriadas gotas de agua sobre la vegetación. Sólo una veintena de ojos se atreven a brillar de fijo azul entre la bruma.
La situación me favorece, mi prolongada paciencia recibirá su recompensa. Ningún ruido percibe el oído humano.
Sólo es necesario un preciso movimiento sobre la cerradura del viejo candado. En tantos descuidos incurrían habitualmente los negligentes empleados, que no haberlo cerrado esa noche no provocaría el asombro de nadie.
Por todo un año había mantenido bien guardada aquella llave, desde que cayera del bolsillo agujereado de uno de aquellos hombres, en un alcohólico descuido.
Una gran paz me invadió, y recuerdo lo bien que dormí aquella noche.
Al otro día encontré el zoológico cerrado. La gente, horrorizada, decía que una veintena de lobos se habían escapado la mañana anterior, devorando a algunos trabajadores que tomaban su turno a esas horas. Nadie más que ellos, por fortuna, resultó herido.
Luego de su nefasta tarea –así decía la información periodística- los animales permanecieron rondando en la lomada ubicada frente a su jaula, e ignorando algunos niños y viejas que permanecían inmóviles de miedo, caminaron largo rato en círculos olisqueando la gramilla, como buscando algo, para dispersarse luego con rumbo ignorado.
Pese a los esfuerzos de la policía –continuaba la información- ningún rastro se halló de ellos. Esto último dio pie a las más diversas y disparatadas conjeturas, como ocurre en estos casos.
La causa penal y el correspondiente sumario administrativo se sobreseyeron –como era lógico- sin ningún imputado, ya que la imputación hubiera recaído, sin dudas, sobre alguno de los occisos, que eran, precisamente, quienes tenían la responsabilidad de mantener cerrada la jaula con candado.
Las autoridades municipales manifestaron que, vistos los acontecimientos, no repondrán los ejemplares perdidos en el hecho.

Rincones de mi Palencia



El pícaro C4


sábado, 23 de noviembre de 2013


«La vida es, esencialmente, un diálogo con el contorno; lo es en sus funciones psíquicas más sublimes. Vivir es convivir, y el otro que con nosotros convive es el mundo en derredor. No entendemos, pues, un acto vital, cualquiera que él sea, si no ponemos en conexión con el contorno hacia el cual se dirige, en función del cual ha nacido. Si creyésemos que los buitres han nacido para vivir en jaulas, su gesto de hercúleos voladores nos parecería superlativo, frenético, absurdo.»
Ortega y Gasset

Revuelta contra el mundo moderno!!