lunes, 7 de abril de 2014

¡Brindad por un superior ideal, por el triunfo de la verdad!

La palabra brindis proviene del alemán y significa alzar las copas antes de beber para expresar un deseo o compartir una noticia. El sonido del cristal o metal al chocar las copas, ha sido desde tiempos remotos, un modo de ahuyentar el mal y convocar los poderes de la magia.


Varios países se atribuyen el origen del brindis como propio. Sin embargo, esta tradición se remonta a los antiguos rituales religiosos de ofrecimiento y consagración. También apareció asociado a los consumos grupales y festivos de bebidas alcohólicas, en los que se brindaba a la salud de uno de los presentes. 

Los vikingos brindaban primero por la victoria y el éxito del rey, luego por los dioses y finalmente por la paz y las cosechas y el brindis se intercalaba con cuentos y canciones. 

Para los griegos, la costumbre de brindar se denominaba "filotesia" (salud y amistad). El anfitrión llenaba su copa y vertía vino en el piso, como sacrificio a los dioses. Luego, bebía en honor a un invitado y le entregaba su vaso. Este, a su vez, lo daba a otro invitado y así sucesivamente. Era considerado ofensivo que a un invitado no se le cediera el vaso para brindar. 

A fin de eliminar al enemigo, en el pasado, se le daba de beber vino envenenado. Por ello, el anfitrión debía probar primero el vino que, al brindar, se hacía salpicar de una copa a la otra, para así demostrar que no había peligro. 

En la Edad Media, se brindaba para desear buena suerte en un emprendimiento o un nuevo año o para celebrar por el éxito de una batalla, viaje o cosecha. La bebida en común generaba un vínculo social entre los hombres. 

En Inglaterra, el término "toast" (brindar) surge en el siglo XVII, con la costumbre de colocar un pedazo de "toast" (tostada) en el vino para realzar su sabor. Ya que es mala suerte seguir bebiendo de la misma copa una vez finalizado el brindis, los rusos la arrojan al fuego. 

A principios del siglo XVIII, comenzó a extenderse entre la nobleza la afición por el champagne, cuyas características lo tornaron ideal para los brindis festivos. Hay quienes atribuyen la costumbre de los brindis públicos al final de las comidas, a los revolucionarios franceses de 1789. 

Según la costumbre, se puede brindar con bebidas no alcohólicas, pero nunca con agua o con la copa vacía. Si se hace un brindis en honor a un invitado, este no debe beber, ni ponerse de pie, ni aplaudir. Simplemente, es su turno de agradecer. 

Con el tiempo, los brindis adquirieron mayor solemnidad y son hoy una tradición de la que participan todos los invitados a una fiesta u otra celebración importante. Se brinda para festejar, hacer un anuncio, compartir una alegría, dedicar unas palabras a un invitado o reconocer un éxito.

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