jueves, 23 de enero de 2014

Freya , la diosa del amor


Freya, la hermosa diosa nórdica de la belleza y el amor, era hermana de Frey e hija de
Njörd y Nerthus, o Skadi. Ella era la más hermosa y la más querida de entre todas las
diosas y, mientras que en Alemania se la identificaba con Frigg, en Noruega, Suecia,
Dinamarca e Islandia era considerada como una divinidad diferente. Freya, al haber
nacido en Vaneheim, también era conocida como Vanedis, la diosa de los Vanes, o
como Vanebride.
Cuando llegó a Asgard, los dioses quedaron tan prendados por su belleza y elegancia
que le concedieron el reino de Folkvang y el gran palacio de Sessrymnir (el espacioso
de asientos), donde le aseguraron que podría acomodar fácilmente a todos sus invitados.
 
Reina de las Valkirias.
 
Aunque diosa del amor, Freya no era apacible y amante de los placeres, pues las
antiguas razas nórdicas pensaban que ella tenía gustos muy marciales y que con el
nombre de Valfreya solía encabezar a menudo a las valkirias en el campo de batalla,
escogiendo y reclamando la mitad de los héroes muertos. Así que era representada con
un corselete y un casco, escudo y lanza, estando únicamente la mitad inferior de su
cuerpo vestida con el atavío suelto habitual de las mujeres.
Freya transportaba a los muertos electos hasta Folkvang, donde eran debidamente
agasajados. Allí eran bienvenidas también todas las doncellas puras y las esposas fieles,
para que pudieran disfrutar de la compañía de sus amantes y esposos después de la
muerte. Los encantos de su morada le resultaban tan seductores a las heroicas mujeres
nórdicas que a menudo corrían a la batalla cuando sus amados habían muerto, con la
esperanza de correr la misma suerte, o se dejaban caer sobre sus espadas, o ardían
voluntariamente en la misma pira funeraria en la que quemaban los restos de sus
amados.
Ya que se pensaba que Freya prestaba oídos a las oraciones de los amantes, éstos la
solían invocar a menudo y era costumbre el componer canciones de amor en su honor,
las cuales se cantaban en ocasiones festivas. En Alemania, su nombre se usaba con el
significado del verbo “cortejar”.
 

Freya y Odur.
 
Freya, la diosa de cabellos dorados y ojos azules, era también, en ocasiones,
considerada como la personificación de la Tierra. Como tal, se desposó con Odur, un
símbolo del Sol veraniego, a quien ella amaba mucho y con el que tuvo dos hijas, Hnoss
y Gersemi. Estas doncellas eran tan hermosas que todas las cosas bellas eran
denominadas con sus nombres.
Mientras Odur permaneciera a su lado, Freya estaba sonriente y era completamente
feliz. Pero Odur era de espíritu inquieto y cansado de la vida sedentaria, abandonó un
día el hogar súbitamente y se dedicó a vagar por el ancho mundo. Freya, triste y
abandonada, lloró largamente, cayendo sus lágrimas sobre las duras rocas,
ablandándolas. Se dice que incluso llegaron a introducirse en el mismo centro de las
piedras, donde se transformaron en oro. Algunas lágrimas cayeron al mar y fueron a
transformadas en ámbar.
Cansada de su condición de viuda y anhelando coger a su marido en sus brazos una vez
más, Freya emprendió finalmente su búsqueda, atravesando muchas tierras, donde se la
conoció por diferentes nombres, como Mardel, Horn, Gefn, Syr, Skialf y Thrung,
interrogando a todos los que se encontraba en su paso, sobre si habían visto a su esposo
y derramando tantas lágrimas en todas partes que el oro se encuentra en todos los
rincones de la Tierra.
Muy lejos, en el soleado sur, Freya encontró finalmente a Odur y, tras serle devuelto
todo su amor, ella fue feliz de nuevo, tan radiante como lo había sido de novia. Es quizá
debido a que Freya encontró a su esposo bajo un floreciente arrayán que las prometidas
nórdicas, incluso hoy día, visten el mirto en vez de la convencional corona de naranjas
que se da en otros climas.
Mano a mano, Odur y Freya emprendieron de nuevo el camino a casa y a la luz de su
felicidad, la hierba creció verde, las flores brotaron y los pájaros cantaron, pues toda la
naturaleza simpatizaba tan enérgicamente con la alegría de Freya como se afligía con
ella cuando se encontraba triste.
Las más hermosas plantas y flores en el Norte eran llamadas cabellos de Freya o rocío
del ojo de Freya, mientras que la mariposa era conocida como la gallina de Freya.
También se suponía que esta diosa sentía un afecto especial por los hados, a los que
gustaba observar danzar a la luz de la Luna, y a los que reservaba sus más delicadas
flores y su más dulce miel. Odur, el esposo de Freya, además de ser considerado como
una personificación del Sol, también era considerado como un símbolo de la pasión, o
de los embriagantes placeres del amor, por lo que los antiguos declaraban que no era de
extrañar que su esposa no pudiera ser feliz sin él.

 
El Collar de Freya.
 
Siendo la diosa de la belleza, Freya, naturalmente, era aficcionada a los vestidos, a los
ornamentos relucientes y las joyas preciosas. Un día, mientras se encontraba en
Svartalfheim, el reino bajo tierra, vio a cuatro enanos fabricando el más bello collar que
ella había visto nunca. Casi fuera de sí por el deseo de poseer este tesoro, llamado
Brisingamen y era un símbolo de las estrellas, o de la fertilidad de la tierra, Freya
imploró a los enanos para que se lo regalaran; pero ellos rehusaron hacer tal cosa, a
menos que ella les prometiera concederles su amparo. Tras obtener el collar a este
precio, Freya se apresuró a ponérselo y su esplendor aumentó tanto sus encantos que lo
llevó puesto día y noche, pudiéndosela convencer sólo ocasionalmente para que se lo
prestara a otras divinidades. Thor, sin embargo, llevó este collar cuando se hizo pasar
por Freya en Jötunheim, y Loki lo codició y lo hubiese robado de no haber sido por la
vigilancia de Heimdall.
Freya también era la orgullosa propietaria de una vestimenta de halcón, o plumas de
halcón, que permitía al que se la ponía volar a través del aire como si fuese un pájaro;
esta vestimenta era tan valiosa que Loki la tomó prestada en dos ocasiones, y la misma
Freya la utilizó cuando fue en busca del desaparecido Odur.
Ya que Freya era también considerada como diosa de la fertilidad, a veces era
representada conduciendo junto a su hermano Frey el carro tirado por el jabalí de las
cerdas de oro, esparciendo, con manos pródigas, frutas y flores para alegrar los
corazones de la humanidad. Sin embargo, ella tenía un carro propio, en el que viajaba
con frecuencia. Éste era tirado por gatos, sus animales favoritos, los símbolos del cariño
y la sensualidad, o las personificaciones de la fecundidad.
Frey y Freya eran tan venerados en el Norte que sus nombres, con formas modificadas,
se utilizan todavía como las palabras “señor” y “señora”, y un día de al semana se
conoce como día de Freya, el viernes, por la gente angloparlante. Los templos dedicados
a Freya eran muy numerosos y fueron mantenidos durante mucho tiempo por sus
devotos, el último en Magdeburgo, Alemania, el cual fue destruido por orden del
emperador Carlomagno.
 

La Historia de Ottar y Angantyr.
 
Los nórdicos solían invocar a Freya no sólo para obtener éxito en el amor, prosperidad y
crecimiento, sino también, en ocasiones, para obtener ayuda y protección. Ella se lo
concedía a aquellos que la servían fielmente, como aparece en la historia de Ottar y
Angantyr, dos hombres que, tras discutir durante algún tiempo debido a sus derechos a
cierto plazo de propiedad, expusieron su disputa ante los dioses. La asamblea popular
decretó que el hombre que pudiera probar que había descendido de una estirpe más
extensa de antepasados nobles sería declarado como el vencedor, designándose día
especial para investigar la genealogía de cada demandante.
Ottar, incapaz de recordar los nombres de no pocos de sus antepasados, ofreció
sacrificios a Freya, rogando su ayuda. La diosa escuchó indulgentemente su oración y,
apareciéndose ante él, lo transformó en un jabalí, y sobre su lomo cabalgó hasta la
morada de la hechicera Hyndla, una célebre bruja. Con amenazas y ruegos, Freya le
exigió a la anciana mujer que trazara la genealogía de Ottar hasta Odín y que nombrara
cada individuo por su nombre, con un resumen de sus hazañas. Entonces, temiendo que
la memoria de su devoto fuera incapaz de retener tantos detalles, Freya también exigió a
Hyndla que preparara una poción del recuerdo, la cual le dio a él a beber.
Así preparado, Ottar se presentó ante la asamblea en el día fechado y con facilidad
sospechosa recitó su linaje, nombrando a muchos más antepasados de los que Angantyr
pudo recordar, por lo que fue fácilmente recompensado con la posesión de la propiedad
que codiciaba.
 
Los Esposos de Freya.
 
Freya era tan hermosa que todos los dioses, gigantes y enanos anhelaron su amor e
intentaron a su vez obtenerla como esposa. Pero Freya desdenó a los feos gigantes, e
incluso rechazó a Thrym cuando Loki y Thor la urgieron a aceptarlo por esposo. No era
tan inflexible cuando se trataba de dioses, si diversos mitólogos están en lo cierto, pues
se dice que como personificación de la Tierra se desposó con Odín (el cielo), Frey (la
lluvia fertilizante), Odur (la luz del Sol), etc., hasta que aparentemente se mereció las
acusaciones lanzadas contra ella por el desalmado Loki de haber amado y haberse
casado con todos los dioses.
 
El Culto a Freya.
 
Era costumbre en ocasiones solemnes el beber a la salud de Freya junto a la de los otros
dioses y, cuando al cristiandad se introdujo en el Norte, este brindis fue trasladado a la
Virgen o a la Santa Gertrudis; la misma Freya, como todas las divinidades paganas, fue
declarada como un demonio o una bruja y desterrada a los picos de las montañas
noruegas, suecas o alemanas, donde el Brocken es señalado como su morada especial y
el lugar de cita general de su séquito de demonios en el Valpurgisnacht.
Ya que la golondrina, el cuco y el gato fueron sagrados para Freya en tiempos paganos,
se suponía que estas criaturas tenían cualidades demoníacas, e incluso hoy en día se
retrata a las brujas con gatos negros como el carbón a su lado.

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