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Fallece el soldado japones que continuo luchando 30 años despues de acabar la guerra.

“Sólo me rendiré ante mi superior” , frase continuamente repetida por Hiroo Onoda, soldado nipón al servicio del Emperador Hirohito, quien se negaba a deponer sus armas incluso 30 años después de la victoria de los aliados en 1945.

Onoda, quien había llegado a la isla filipina de Lubang, en 1944, desconocía el desenlace de tal contienda debido a su situación de aislamiento como consecuencia de la misión encomendada por el mismísimo Emperador. La cual, consistía en infiltrarse en las líneas enemigas y recabar toda la información posible para transmitirla, a su vez, al centro de operaciones del ejército, situado en Tokyo. Debido a la dureza del clima selvático y las continuas incursiones enemigas en la isla, Onoda quedó solo y abandonado a su suerte tras la muerte de su destacamento.

Fueron muchas las expediciones que se sucedieron con el paso de los años para intentar encontrarle, pues, corría el rumor de que seguía con vida. Sin embargo, durante años, se perdió toda esperanza de encontrarle, pues incluso los equipos de rescate conseguían, a duras penas, salir con vida de la jungla en la que, se suponía, seguía oculto el héroe japonés.

Hasta 1974 y por pura casualidad, no fue avistado el soldado, quien se había negado a rendirse una vez fue descubierto. Tuvo que ser su superior, el excomandante Yoshimi Taniguchi, quien se desplazase a Lubang para convencerle de que la guerra había terminado y debía deponer sus armas.

Onoda, vivió su retiro en la tranquilidad del reposo familiar y la gratitud de sus alumnos, pues desarrolló varios proyectos y cursos acerca de la supervivencia en la naturaleza, e incluso fue condecorado como “héroe nacional”.

 Hoy, a los 91 años de edad, Hiroo Onoda se ha reunido con sus camaradas de batallón y su Emperador, al que tan fielmente sirvió. 

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