"De todas maneras, después de un instante, me ha sido imposible desviar la mirada de las negras y resplandecientes caras del cristal de carbón. Luego he visto esto, o más bien no he visto, sino que estaba «dentro», en medio de una legión de caballos alazanes huyendo con estrépito a galope tendido en un terreno ondulado de un verde tirando a negro. Primero pensaba (lúcida y serenamente): ¡Ah! ¡Ah! ¡El mar verde de mi Johanna! Pero después de un breve momento, percibí con más distinción los detalles y me convencí que esta horda de caballos salvajes pasaba en tromba por encima de bosques y campos, alternados con un paisaje nocturno, como los feroces ejércitos de Wotan. Y de repente comprendí: eran, mientras dormían en sus camas, las almas de millones y de millones de hombres que buscaban, privados de maestro y de caballero, a merced de su oscuro instinto, sin saber el lugar, una lejana patria desconocida, de la que sólo recordaban que la habían perdido y no la podían encontrar."
"El Angel en La Ventana de Occidente", Gustav Meyrink.
Vía
www.facebook.com/oscurotoque
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