lunes, 14 de noviembre de 2016

Dulce et decorum pro patria morii.



Porque es hermoso que un valiente muera, caído en las primeras filas, luchando por su patria. Es en cambio la cosa más dolorosa de todas vivir como un mendigo, abandonando la patria y sus fértiles campos, errante con la madre querida y el padre anciano y los hijos aún niños y la esposa legítima. Este será objeto de odio para aquéllos a cuyo país llegue cediendo a la necesidad y a la horrible pobreza; deshonra su linaje, desmiente su noble rostro
y toda infamia y toda vileza va con él. Por lo tanto, si no hay
para un vagabundo ninguna ayuda ni tampoco respeto, consideración ni compasión, luchemos valientemente por nuestra tierra y muramos por nuestros hijos sin ahorrar nuestras vidas.
Así pues, oh jóvenes, luchad unidos y no déis la señal de la huida vergonzosa ni del miedo; haced grande y fuerte en el pecho vuestro corazón y no tengáis amor por vuestras vidas cuando lucháis con el enemigo;
ni huyáis abandonando caídos a los de más edad, cuyas rodillas ya no son ágiles, a los viejos; pues es vergonzoso que, caído en las primeras filas, yazca en el suelo delante de los jóvenes un hombre de más edad, de cabeza ya blanca y barba cana, exhalando en el polvo su alma valerosa, con las ensangrentadas verguenzas cogidas en las manos -visión abominable, cosa impía de ver- y desnudo; en un joven, en cambio, todo es decoroso mientras posee la brillante flor de la amable juventud: vio, su vista produce admiración a los hombres y amor a las mujeres; caído en las primeras filas, es un héroe.
Ea pues, que cada uno de vosotros permanezca en su puesto con las piernas bien abiertas, firmemente apoyado en el suelo con los dos pies, mordiendo el
labio con los dientes.

TIRTEO DE ESPARTA
(mitad del siglo VII a.C.)

Vía Nacionalismo en imágenes

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